viernes, 22 de octubre de 2010

Todo lo que hace un hombre excitado

Un hombre que emprende un acto sexual óptimo experimenta en su cuerpo varias fases, antes, durante y después de la erección requerida para la penetración. Impulso inicial, real o imaginario, estimulación del pene, orgasmo, la gradual disminución de las respuestas del cuerpo y la recuperación del estado normal. Es lo mínimo que debe sucederle.
La estimulación que erotiza a un hombre, donde radica una parte importante de su sensibilidad, responde a mensajes visuales: ropa, cuerpos, formas, y también a experiencias directas: objetos y circunstancias relacionadas con el sexo. Por lo tanto, el puntapié inicial bien puede venir sin contacto físico alguno.
Contrario a la creencia, la excitación de un hombre comienza en el cerebro. Los mensajes, provenientes de situaciones reales o imaginarias, viajan a través de la médula espinal, provocando el flujo de sangre hacia el pene. He aquí la erección. Pasamos de un miembro masculino en reposo, flácido y colgante, a un órgano palpitante, rígido, erecto y con venas prominentes. Óptimo. El tiempo que permanezca en esta condición, depende del estímulo y la técnica.
La erección es un estado que puede ser interrumpido con relativa facilidad, en forma total o parcial. Un cambio en la iluminación o temperatura o cualquier forma de distracción mental puede implicar la pérdida parcial, o incluso total, de la erección, aún cuando la estimulación prosiga.
Los cambios de la excitación
Las reacciones de un sujeto excitado no se producen sólo en sus órganos sexuales. El flujo sanguíneo que permite la erección del pene, también provoca, en alrededor de un cuarto de los hombres, el enrojecimiento de algunas partes de su cuerpo. El flujo sexual comienza en el abdomen inferior y se extiende sobre la piel del pecho, cuello y rostro. Puede aparecer en los hombros, antebrazos y muslos. Todo desaparece después de la eyaculación.
Los senos y pecho del hombre, igual que la mujer, responde a la estimulación sexual. Con frecuencia tiene lugar una hinchazón y erección del pezón que puede desarrollarse sin contacto directo y durar hasta una hora después de la eyaculación. Moraleja, el pecho, los senos y los pezones masculinos es zona erógena.
El promedio de latidos del corazón masculino se incrementa con la excitación sexual; también se acelera su ritmo respiratorio y se eleva la presión sanguínea. El escroto aumenta de grosor y los testículos se adhieren al cuerpo. Muchos hombres sudan inmediatamente después de la eyaculación, pero no es proporcional a la cantidad de ejercicio físico realizado durante el acto sexual. Por lo general la sudoración está limitada a las palmas de las manos y a las plantas de los pies, aunque puede aparecer en el tronco, cabeza, rostro y cuello.
Una vez dentro ...
Una vez en el interior de la vagina e iniciados los movimientos de penetración, el pene alcanza su tamaño máximo y los testículos se elevan.
Momentos antes del orgasmo, existe por un instante, una sensación de eyaculación inevitable. Desde el comienzo de esta sensación existe un breve intervalo, a lo sumo de dos o tres segundos, durante el cual el hombre siente que la eyaculación es inminente pero ya no puede evitar, prolongar o controlar el proceso de ninguna manera.
Esta es una experiencia subjetiva provocada cuando el líquido seminal se concentra en la uretra prostática, justo antes de que comience en realidad la emisión del mismo. No hay punto de retorno, una vez iniciado no para hasta completar la eyaculación.
Justo antes de la eyaculación, el glande puede cambiar de color, y se puede formar una gota de líquido en la abertura uretral del pene. No se trata de líquido seminal sino de secreciones de la glándula de Cowper. A la vez que se elevan los testículos su tamaño se incrementa por los extremos. Llegado a este punto, la dificultad del pene para recuperar su estado flácido aumenta.
El estado orgásmico
Contracciones recurrentes y regulares de la uretra y de los músculos profundos del pene culminan en la eyaculación y las sensaciones de exquisito placer del orgasmo. La uretra penil se contrae rítmicamente a lo largo e impulsa a presión el fluido seminal por todo el pene, a menudo a distancia. Durante la eyaculación, el esfínter anal experimenta contracciones simultáneamente con las contracciones explosivas de la uretra.
Durante el orgasmo, el pene se contrae en forma similar a la vagina: las contracciones comienzan con intervalos de ocho décimas de segundos y, después de tres o cuatro esfuerzos mayores de expulsión, su frecuencia y capacidad expulsora decrecen con rapidez. Contracciones menores de la uretra peneana pueden continuar expulsando una mínima cantidad de líquido seminal, con escasa o ninguna fuerza, durante varios segundos y de manera irregular.
Si un hombre se abstiene durante varios días, por lo general eyacula más cantidad de líquido seminal que cuando ha tenido más actividad sexual. Una eyaculación abundante es en general más placentera que una de menor volumen, por lo que el placer puede ser mayor después de un considerable periodo de continencia que después de repetidos orgasmos. Este patrón representa lo opuesto a lo declarado por las mujeres, que generalmente gozan del segundo o tercer orgasmo más que del primero.
Y después qué
Una vez concluido el coito, el pene, por lo general, se pone flácido y no podrá tener otra erección durante algún tiempo. Si un hombre retira el pene de la vagina de su pareja inmediatamente después de la eyaculación, su completo desentumecimiento se produce mucho más rápido que si su pene permanece dentro. La micción también contribuye al desentumecimiento del pene, ya que un hombre no puede orinar en erección.
Una vez el pene vuelve a su tamaño normal, el hombre se relaja y con frecuencia se siente somnoliento.

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