miércoles, 10 de junio de 2009

Homosexualidad y adolescencia

Aceptarse a uno mismo y mostrarse al resto.

Uno de los hechos que más frecuentemente se dan durante la adolescencia es la comparación con el grupo de iguales.

Comparan sus cuerpos, su relación con los padres, su capacidad de seducción, sus habilidades sociales y de relación. Pero, también comparan sus sentimientos y emociones. En muchas ocasiones, experimentan la disyuntiva existente entre sus pensamientos y los de sus iguales. Las dudas aparecen y éstas se viven con un alto grado de confusión, miedo, y desconcierto.

Cuando se habla de un adolescente que se debate entre la homosexualidad y la heterosexualidad, se está frente a un individuo que se cuestiona quién es, de qué manera debe actuar, hacia dónde debe dirigirse, pero sobre todo se cuestiona si dejará de ser "normal" y se convertirá en algo "perverso", o "en un ser vicioso" y además si el resto del mundo lo percibirá como tal y si por ello se quedará siempre solo.

Por todo ello, cuando los adolescentes se enfrentan a todos estos planteamientos, pueden intentar encubrir sus sentimientos y deseos - comportándose como si su orientación fuese heterosexual-. Otros pueden vivirlo con grandes sentimientos negativos y ocultarlo, pero otros también pueden aceptarlo e incluso manifestarlo claramente.

Tanto homosexuales como heterosexuales viven un proceso similar a la hora de identificarse como tales. Hay una autoaceptación, una admisión de los demás de la propia orientación y después la acción de comportarse como tal.

Las personas heterosexuales tienen un camino mucho más fácil en todo este proceso. Es la norma, es lo habitual, es lo que se espera de ellos, por lo tanto, aunque asumir este proceso es complicado, no se vive por lo general de manera negativa, sino todo lo contrario.

En el caso de las personas de orientación homosexual, aceptarse a uno mismo y mostrarse al resto, - primero en las áreas sociales y familiares más íntimas y, posteriormente, al mundo externo-, es una tarea mucho más compleja y ardua.

Asumir la propia homosexualidad es una cuestión que requiere de grandes dosis de valentía. No sólo personal - ya se ha hecho referencia a las cuestiones que se plantean como personas, sus dudas y sus miedos-, sino también la valentía de enfrentarse al posible cuestionamiento de los demás, a su rechazo o a su asunción, que no siempre es directa y rápida.

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