viernes, 5 de junio de 2009

Cruzada de brazos, con la mirada baja y recostada en un automóvil estacionado en una oscura calle de Ciudad de México, una prostituta espera clientes que le animen su bolsillo casi vacío desde que se desató el brote de influenza.
Las calles de la capital y otras ciudades del país estuvieron durante varios días vacías por el cierre de empresas, oficinas públicas, restaurantes, centros nocturnos y bares para evitar la propagación de la nueva variedad de gripe que ha causado la muerte de al menos 42 personas.
Las prostitutas mexicanas no escaparon al golpe de la epidemia de influenza, que ha causado pérdidas millonarias a la segunda mayor economía de América Latina.
"Esta maldita epidemia porcina alejó a todos nuestros clientes, esta es una ciudad fantasma", dijo Berenice, una mujer madura con minifalda roja y blusa corta, parada en una esquina de la casi vacía calzada de Tlalpan, repleta de moteles y normalmente muy congestionada.
En otras zonas como el popular barrio de La Merced, cerca del centro histórico, las "sexoservidoras" -el término con el que se las conoce en México- deben esperar horas para conseguir a un cliente. Y eso a pesar de una agresiva política de descuentos ante la caída de la demanda.


Hombres con miedo
Algunas de las prostitutas de La Merced, que normalmente cobran 200 pesos (15 dólares) por sus servicios en pequeños hoteles, bajaron su tarifa a 150 pesos.
Las meretrices acataron las recomendaciones del Gobierno y usan cubrebocas para evitar el contagio de la influenza.
La emergencia hizo incluso desaparecer a los travestis y transexuales de oscuras calles en las inmediaciones del barrio de La Condesa, repleto de bares y restaurantes.
"Esto nos ha pegado muy duro. No hay gente en las calles y los hombres tienen miedo a contagiarse", dijo Mariana, de 37 años, quien normalmente deambula por las inmediaciones del Monumento a la Revolución.
Ella optó por la diversificación y estos días se ha dedicado a cortarle el cabello a sus vecinas.
"Los primeros días hacía el intento, pero no conseguí nada", agregó Mariana, que, como prostituta atiende normalmente a tres clientes por día.
Berenice, Mariana y las demás esperan que la reanudación el miércoles de la actividad económica anuncie tiempos mejores.
Y aunque en la capital falta todavía que abran bares, cantinas, cines y teatros, dicen estar listas para volver a las calles y cortar su mala racha.
"A ver si ahora sí se animan", dijo Mariana.

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