sábado, 8 de agosto de 2009

Adictos al sexo

• Abogados que necesitan masturbarse en mitad de un juicio o curas que no pueden reprimir sus visitas a los prostíbulos. Son casos de adicción al sexo, una psicopatía que se ha disparado desde la utilización masiva de internet en los hogares y que afecta, según los últimos estudios, al 5 por ciento de la población.

Reportaje por: Carlos BARRIO 03/08/09

Miguel tiene 35 años y sabe lo doloroso que resulta ser adicto al sexo. Su nombre es falso, pero no su enfermedad: “No podía dejar de masturbarme a todas horas. He llegado a hacerlo hasta 13 veces en un día. En la última, terminé con el pene sangrando”.

Como él, al menos uno de cada veinte españoles (un 5 por ciento de la población) sabe lo duro que resulta depender compulsiva y repetitivamente del sexo.


En eso consiste la adicción, una patología tan incomprendida como desconocida y con tan mala imagen social que, hasta ahora, los enfermos no acudían a una consulta por pura vergüenza. Y aun así, “los que acuden suelen venir forzados, porque su mujer le ha pillado o porque se están arruinando de tanto gastar en prostíbulos, en líneas eróticas o en páginas de pago de internet”. Lo dice el médico y sexoanalista Manuel Manzano, del Instituto de Medicina Sexual de Madrid, que apunta un dato revelador: “En diez años, las consultas médicas de gente que tenía trastornos psicoafectivos por culpa del sexo han crecido en un 50 por ciento”.


Eso no significa que hayan aumentado los sexoadictos en esa proporción, pero no hay especialista que no reconozca que, desde la implantación de internet en los hogares, las cifras se han disparado.Según Ana Puigvert, presidenta de la Asociación Española de Andrología, “la adicción al sexo siempre ha existido, pero internet ha provocado un claro aumento en el número de patologías. En el varón, el estímulo erótico visual es el primero que le conduce a la sexualidad, e internet se comporta como un estímu- lo sexual externo, como la provocación en sí misma”.


Un estudio del sexólogo norteamericano Al Cooper, realizado en Estados Unidos, afirma que al menos un 5 por ciento de la población sufre de adicción sexual. “La cifra es extrapolable a España –apunta Manzano–, e incluso pienso que puede haber más.


Lo importante es ver que la gente ya no lo mantiene como un secreto sino que intenta poner remedio a su trastorno”.Pero, además del remedio, está la prevención, y en ella anda volcado, impartiendo conferencias por colegios e institutos, Francesc Perendreu, presidente del Centro Catalán para el Tratamiento de Adicciones Sociales.


“La adicción al sexo ‘on line’ está aumentando sobre todo entre los jóvenes. El problema no es tanto el incremento de visualización de pornografía sino que, como en toda conducta, adquieres una tolerancia”. Y lo ilustra claramente: “Si bebes alcohol, cada vez necesitas más dosis.


Pero en pornografía no se demanda mayor cantidad, sino mayor crudeza, se buscan más parafilias, porque el sexo normal ya no motiva”. Cuenta Perendreu el caso de adolescentes “que ya están practicando el ‘bondage’ [ataduras], el ‘spanking’ [azotes] y hasta el ‘fist-fucking’ [introducción de puños por el ano]”.


Uno de los pacientes de Perendreu fue José Luis (nombre ficticio), un abogado que recuerda los momentos más duros:“Llegué a pedir al juez que paralizara el juicio en el que ejercía de abogado defensor alegando cualquier cosa para poder ir al baño y masturbarme. Era la única forma de rebajar el grado de tensión”.


Otro ejemplo es lo que le ocurría a un sacerdote, incapaz de reprimir su afición a ir a prostíbulos. “Ahora tendrá 40 años –añade Perendreu–. Me llegó a reconocer que tuvo muchos problemas en su infancia y que había ingresado en el seminario por imposición de su familia. Acudía a prostíbulos de forma compulsiva, por más que pidiera el perdón de sus pecados. Al final, consiguió solucionar su adicción gracias a la ayuda de otro sacerdote que además era psicólogo”.


El perfil del sexoadicto español, según coinciden distintos especialistas, corresponde a un hombre de entre 30 y 45 años, de clase social media-alta, brillante en su profesión, bastante religioso, con problemas de autoestima graves, dificultades de relación con el sexo contrario y con una infancia muy frustrante a nivel sexual.


El número de mujeres sexoadictas no es tan significativo. “La construcción de su sexualidad difiere mucho de la masculina. La mujer puede llegar a usar el sexo para sentirse más querida, o para sentir que tiene poder de atracción, lo usa como un medio y no como un fin en sí mismo”, afirma el doctor Manzano. Este sexoanalista aclara que “la adicción al sexo no puede tratarse como el alcoholismo. Entre otras cosas porque el sexo hay que vivirlo, no puedes olvidarte de él, como ocurre con el alcohol”.


Junto a ello, tampoco descarta la administración de fármacos como “los inhibidores de la recaptación de la serotonina, que contienen el impulso; o neurolépticos que ayuden a evitar la confusión entre la realidad y la fantasía”.Por su parte, el psiquiatra José María Vázquez Roel, director de la clínica Capistrano, apunta: “Hay que tener en cuenta que la cocaína y el alcohol suelen estar vinculados a la adicción al sexo. Por ello la terapia ha de ser multimodal”. Ante todo, como insiste Perendreu, “el adicto al sexo no es un monstruo. No viola ni va a hacer nunca daño a nadie, salvo a sí mismo, porque son autodestructivos”.


INTERVIU.

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