domingo, 23 de agosto de 2009

Eyaculación femenina, ¿realidad o mito?

La eyaculación femenina es como el monstruo del lago Ness: se habla con frecuencia de ella, pero son pocos los que la han visto con sus propios ojos. No faltan quienes piensan que es uno de esos mitos de nuevo cuño surgido en los últimos tiempos porque se habla más que antes de la sexualidad femenina. Otros afirman que es algo bien real.

Lo único seguro es que no se hablaba de eyaculaciones femeninas sino hasta que en 1950 el ginecólogo alemán Ernst Gräfenberg describió la existencia del famoso punto G (G de Gräfenberg) en la cara anterior de la vagina, así como de un fenómeno que bautizó con el nombre de eyaculación femenina.

Según esa descripción, algunas mujeres propulsan a presión un líquido por el meato urinario, que no es orina, en el momento que experimentan sus orgasmos. Tal cosa sucedería, sobre todo, y según Gräfenberg, en aquellas actividades sexuales que estimulaban específicamente el mítico punto G.

Se evidencia mejor durante la masturbación que en el coito. Y eso es así porque resulta más fácil que pase inadvertida en el coito al camuflarse entre el resto de las secreciones locales producidas en todo contacto sexual. Y, también, porque los orgasmos son más intensos en la masturbación y eso facilita que se expulse al exterior con mayor fuerza.

Lo cierto es que la existencia de la eyaculación femenina ha sido un conocimiento popular bastante más común de lo que se piensa en la actualidad, con cientos de años de antigüedad. No se llamaba así. Simplemente se pensaba que las mujeres emitían un líquido durante sus orgasmos. Algunas mujeres la han experimentado con cierta inquietud a lo largo de la historia por creer que se orinaban.

Aunque aún no existen cifras suficientemente consistentes sobre el tema, algunos estudios señalan que un número de mujeres nada despreciable (40 %) refieren proyectar un líquido, sin eyacularlo, cuando alcanzan el orgasmo durante la masturbación por estímulo del clítoris.

Entre aquellas mujeres que afirman haberse encontrado un punto G eróticamente sensible en el interior de la vagina, la mayoría (82 %) dice que eyacula (es decir: propulsa un líquido a presión) un fluido durante el orgasmo producido mediante masturbación.

La dificultad se centra en determinar si ese líquido sale de la uretra, de la vagina o de las glándulas parauretrales (en torno a la uretra) situadas en el vestíbulo de la vulva. Existen descripciones femeninas que avalan todas esas procedencias, con lo que las ideas aún no están muy claras.

Tampoco existe acuerdo sobre si el líquido eyectado o eyaculado (en ocasiones con abundancia y a gran distancia) es orina u otra sustancia diferente. Quienes se han detenido en analizarlo aún no se han puesto de acuerdo.

Abundan los testimonios que afirman rotundamente que no es orina. La idea más común, surgida de la simple observación macroscópica, es que el líquido es algo más espeso que el agua y ligeramente blanquecino. En este sentido, sería ligeramente parecido al semen, pero con menor consistencia y color. Y carece de olor.

Como puedes advertir, la eyaculación femenina es un asunto que aún no está suficientemente esclarecido, por lo que no resulta fácil adoptar una postura concreta a la vista de los resultados de las diferentes investigaciones. Si se contara con más y mejores descripciones femeninas al respecto, y un número mayor de observaciones directas del fenómeno, se podrían hacer afirmaciones de mayor calado.

Entretanto, quizás lo más prudente sea esperar a que las investigaciones sobre este tópico avancen, y mientras tanto refugiarse en la vieja socarronería del refranero español cuando afirma que: 'si el río suena, agua lleva'. Y sonar, suena.

TERRA.

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